HOMENAJE AL INSIGNE MAESTRO FÉLIX LUNA

Experiencias que sirven de espejo

La presencia en nuestro medio del destacado maestro Félix Luna durante la gestión del embajador argentino Córdova Moyano sirvió de excusa para unas interesantes reflexiones compartidas sobre el tema del estudio de la historia, que continuaron luego de su retorno a su Argentina natal. De aquellas discusiones quedó en claro la necesidad de tomar conciencia de que ese pasado común debe reflejarse en los textos que lo estudian.

A propósito de la coyuntura histórica que vivimos y en vísperas del Bicentenario patrio, conscientes de que la educación es una prioridad absoluta, el estudio de la historia merece un enfoque distinto que tenga concurrencia con los esfuerzos integradores. Por mucho tiempo los países se involucraron en la tarea de construir las nacionalidades que necesariamente implicaba acentuar lo distinto, lo diferente, lo separado.

Afortunadamente, la integración se convirtió en un proceso parcialmente inverso, y hoy estamos buscando denodadamente lo que nos une, que es mucho, y dejando atrás lo que nos separa, que no siempre fue substancial.

Al mismo tiempo, con el maestro, se recrearon hitos de una historia compartida con los países miembros del Mercosur con el propósito de superar los desencuentros pasados para lograr una mejor integración y diálogo a partir de nuestro destino común como mercosureños y latinoamericanos.

Esta disciplina, tan postergada y mal abordada en el marco de las políticas educativas de gobiernos autoritarios de la región, se erige hoy en pilar para el fortalecimiento de las identidades en el marco de un mundo globalizado, en el que aceptar que los Acuerdos del Tratado de Asunción de 1991, de lograr una unión aduanera o reconocer que no es posible hablar de integración regional si no se incorpora la dimensión cultural es fundamental. De lo contrario, el proceso de integración se convertiría en una simple transacción de comercio internacional.

Al abordar el tema siempre espinoso de si el historiador es un observador distante o un protagonista, pues es quien selecciona lo que en adelante será aceptado como “los hechos”, el Dr. Luna enfatizó en que nunca ese historiador podrá ser considerado como enteramente objetivo. Naturalmente se refería al hecho de que el análisis del pasado es una faena que corresponde a un sujeto, y la objetividad, en consecuencia, le será ajena.

De todos modos, el privilegio de tener de interlocutor a una personalidad tan multifacética nos dio la oportunidad de inquirir sobre algunos de los igualmente excelentes y exitosos talentos del Dr. Luna, aplicados a tareas creativas vinculadas pero no idénticas a la investigación histórica. Y es allí donde se nos presenta un Félix Luna que pareciera más emotivo, casi diríamos más a gusto. Su alma de artista ha dejado recuerdos tal vez más imperecederos como autor de la lírica de algunos verdaderos clásicos universales, tanto que “Alfonsina y el mar”, y las suites sobre el tema de Navidad de la Misa Criolla hicieron de Ariel Ramírez y Félix Luna parte integrante de la memoria colectiva mundial.

Su obra musical se agrega a una vastísima bibliografía que es todo un monumento al estudio de la evolución de su país natal de la colonia al presente, y que revela una disciplina de trabajo única.

Autor de Yrigoyen, Alvear, Diálogos con Frondizi; Los caudillos; El 45, La Argentina de Perón a Lanusse, Conversaciones con José Luis Romero, Ortíz, Conflictos y Armonías en la Historia Argentina, Buenos Aires y el país; Golpes militares y salidas electorales; Perón y su tiempo; Fuerzas hegemónicas y partidos políticos; Soy Roca; Fracturas y continuidades en la historia argentina; Historia Integral de la Argentina.

Fue propulsor de una de las revistas más importantes de la región. TODO ES HISTORIA se erige en una fuente documental de envergadura.

Esta feliz iniciativa de la Embajada argentina fue coronada por una gran convocatoria, testimonio del nivel del visitante y de la avidez de los paraguayos por tratar el tema de la historia común. El Dr. Luna demostró una gran ecuanimidad al abogar por un tratamiento más concentrado hacia lo positivo no ignorando lo negativo, pero abordándolo sin la agresividad que en épocas anteriores creaba enemigos irreconciliables.

Hoy sabemos que tenemos un futuro común precisamente porque tenemos un pasado común, y que Félix Luna nos lo haya recordado, necesariamente, le otorga relevancia.

Figuras de esta talla fortalecen el diálogo con los jóvenes de nuestras escuelas y colegios quienes necesitan tener un contacto directo con grandes autores no solo para escuchar su mensaje, sino para presentar sus inquietudes de modo que la experiencia le sirva de espejo. Este tipo de visitas no es infrecuente que se convierta en un gran elemento motivador de elecciones vocacionales. El mundo moderno ofrece variadas alternativas de carreras y es menester que los jóvenes tengan la máxima exposición a las más diversas profesiones de modo de poder seleccionar una ocupación futura donde el trabajo intelectual vaya de la mano con la creación artística. Nada mejor que Félix Luna, quien a lo largo de su fructífera existencia demostró que con tesón uno puede llegar a destacarse en los campos de su preferencia.

Las ciencias sociales son el instrumento más idóneo con que cuenta la sociedad para garantizar su propio progreso. Desconocer su valor formativo y cultural significa despreocuparse por el futuro.

La historia se inscribe dentro de ese campo y es imprescindible abordarla en forma seria para que nos ayude a interpretar y comprender el presente, así como a construir un futuro más esperanzador.

Prof. Beatriz González de Bosio

Fuente: artículo publicado por el diario ABC digital de fecha 22 de noviembre de 2009