Leopoldo Zea: Una filosofía con profunda vocación Latinoamericanista Un filósofo de la autenticidad

Autor: Fernando Tellechea Yampey
FUENTE: Correo Semanal
Diario Última Hora
Fecha 03 de julio de 2004

LEOPOLDO ZEA, UNA FILOSOFÍA CON PROFUNDA VOCACIÓN LATINOAMERICANISTA
Un filósofo de la autenticidad

Su concepción de la originalidad no se basa en el análisis de “construcciones conceptuales”; el pensador mexicano está preocupado por la relación que guardan las filosofías con las situaciones sociales y políticas.

Fernando Tellechea Yampey | Filósofo

Provecto ha muerto Leopoldo Zea. Nació en México en 1912. Discípulo de José Gaos, desde 1942 ha generado y debatido en forma incesante la problemática de la filosofía y la cultura latinoamericana, a través de sus numerosas obras. Se destacó como eminente historiador de las ideas, partiendo de las enseñanzas de Ortega, convencido de que los americanos tenemos una serie de problemas específicos, explicables solo a la luz de nuestras circunstancias concretas.

Uno de los ejes del pensamiento en nuestro filósofo es el “problema de la autenticidad en la Filosofía continental”. Se trata del núcleo controversial en torno al cual Augusto Salazar Bondy, el filósofo peruano, y Zea se sitúan en posiciones antípodas. Salazar Bondy considera que no existe una filosofía americana original, y no existirá hasta tanto no luchemos por extirpar las secuelas del subdesarrollo y el atraso. Si no lo logramos, en la dialéctica amo-esclavo, ocuparemos siempre el lugar del siervo frente a Europa, seremos meros repetidores del pensamiento del amo; vale decir que una emancipación mental requiere una previa emancipación económica y política.

Leopoldo Zea tiene otro punto de partida. Su concepción de la originalidad no se basa en el análisis de “construcciones conceptuales”; el pensador mexicano está preocupado por la relación que guardan las filosofías con las situaciones sociales y políticas. Por eso afirma enfáticamente: “Una filosofía es original no porque cree una y otra vez nuevas y exóticas soluciones, sino porque trata de dar respuesta a los problemas que una determinada realidad y un determinado tiempo han originado”. De modo que es en la medida en que una filosofía se haya enfrentado a los acuciantes problemas que se plantean en la relación entre los hombres y los pueblos, proponiendo posibles soluciones cuando será original para Zea. Es importante mencionar que, en gran medida, la controversia generada por la obra de Salazar Bondy y Leopoldo Zea, en torno a estos temas, constituye un punto de inflexión fundamental en el desarrollo ulterior de la Filosofía de la Liberación Latinoamericana, que tendrá además otros egregios exponentes como Enrique Dussel, Rodolfo Kusch y otros.

LA AUTENTICIDAD DE LA FILOSOFÍA AMERICANA

El problema de la autenticidad de la filosofía es crucial en la obra de Zea. Dicho problema no alude a una cierta característica que puede o no tener la filosofía, sino a la filosofía como tal. Si a una determinada filosofía se la caracteriza como auténtica, existe. Si, por el contrario, se la califica como inauténtica, no sería propiamente filosofía. No es frecuente este tipo de discusiones en otras sociedades, según Zea, por lo menos en lo que respecta a su propia producción filosófica. “A ningún griego —dice— se le ocurrió preguntarse por la existencia de una filosofía griega, así como a ningún latino o medieval, ya fuera inglés, francés o alemán, se le ocurrió preguntarse por la existencia de la filosofía”. Sin embargo, esas mismas filosofías occidentales que no se cuestionaron su propia existencia, sí cuestionaron, o cuando menos pusieron en duda, la existencia de la filosofía latinoamericana. “Fue la Europa que se inicia en la historia de la llamada modernidad… la que inicia el problema”.

Según Leopoldo Zea, el planteamiento sobre la posibilidad de la filosofía latinoamericana es peculiar a los pensadores de la región. Refiriéndose a la pregunta mencionada, se interroga: “¿Por qué llevamos a la historia de la filosofía una interrogante que nunca antes se había planteado?”. Por otra parte, el poner en duda la posibilidad de una filosofía latinoamericana significa para Zea poner en duda la misma identidad humana de los habitantes de América Latina. Con lo que, en resumidas cuentas, podemos concluir que para Zea el planteamiento acerca de la autenticidad significa el cuestionamiento de la existencia misma, así como la duda de la pertenencia a la humanidad del hombre americano. Este problema fue impuesto por los europeos a los habitantes de estas tierras, sin que ellos nunca se plantearan con respecto a sí mismos. Por el contrario, el latinoamericano llega a sentir como suyo semejante problema.

Para el pensador mexicano, los filósofos que se han puesto a “filosofar sin más”, pretenden resolver una serie de problemas que sus circunstancias les reclamaban. Así, dentro de un horizonte orteguiano, el objeto de estudio que ha motivado su reflexión ha sido su propia realidad, y su finalidad, la de resolver los problemas que tal circunstancia presentaba. “Esta filosofía —afirma Zea— no deberá limitarse a los problemas propiamente americanos, a los de su circunstancia, la de México u otros países del continente, sino a los de la circunstancia más amplia, en la que estamos insertos como hombres que somos, la llamada humanidad”.

Para Zea, lo que diferencia al filosofar genuino de otro inauténtico se establece conforme al tema y función que cumple. El filosofar auténtico es el que versa sobre la realidad del filósofo, y el inauténtico, por el contrario, trata sobre sistemas que han surgido frente a sus realidades. Zea considera que buena parte de la filosofía latinoamericana ha sido y es auténtica, contra aquellos pensadores como Luis Villoro y Salazar Bondy, que dudan de dicha posibilidad. Por otra parte, nuestro filósofo aclara que ciertos temas tratados por la filosofía latinoamericana y europea son distintos, con independencia de los que sean similares. En efecto, la filosofía latinoamericana, además del tema de su propia existencia, trata sobre situaciones sociales y políticas que le son propias y forman parte de su historia, tales como el pasado colonial ibérico; el talante metafísico no es lo que mejor la caracteriza.

LA LECCIÓN DE LA HISTORIA

La filosofía de la historia de Leopoldo Zea analiza el desarrollo de la conciencia en su relación con la propia realidad de la que surge. La situación de dependencia por él estudiada se genera a partir de la expansión europea del siglo XVI y va convirtiéndose progresivamente en la característica común que afecta a un gran número de pueblos, hasta abarcar en la actualidad a todo el Tercer Mundo. Tal situación generó la conciencia de la dependencia. América Latina —primera región subordinada de la modernidad por los pueblos europeos— se vio involucrada en nuevas formas de dependencia al pretender escapar de las impuestas por las metrópolis ibéricas, de manera que en el presente afronta problemas análogos a los enfrentados en el siglo XIX. De ahí la importancia que concede Zea a la comprensión de nuestra historia, en orden a buscar soluciones auténticas a los problemas de nuestra realidad actual. No tomar conciencias del pasado podría conducirnos a repetir errores y perecer ante los poderes colonizadores de turno.

No debemos interpretar el pensamiento de Zea como la “incitación a caer en un regionalismo de nuevo cuño”. Se trata de una filosofía con profunda vocación latinoamericanista, pero abierta a las grandes corrientes del pensamiento occidental. No es cuestión de promover un pensamiento propio cerrándonos en ostracismo, sino de incorporar el rico acervo cultural latinoamericano, desde la filosofía a la corriente del pensamiento universal. Leopoldo Zea nos insta, como diría Kusch, “a no tener vergüenza de ser nosotros mismos”.

Para concluir, recuerdo que a principio de los noventa, cuando introducíamos como materia de estudio “Filosofía Latinoamericana” en los ajustes curriculares, tanto en la Universidad Católica como en la UNA, algunos profesores cuestionaban, considerando que se trataba de una “Antropología cultural” o interpretación histórica. De algo creían estar seguros, sobre todo que aquello que proponíamos no era filosofía. Pero, en medio de cierta resistencia inicial, avanzamos convencidos de la relevancia de la materia. Hoy se estudia en todas las facultades e institutos del país en la carrera de Filosofía. Leopoldo Zea y otros filósofos latinoamericanos nos habían enseñado a dirigir la mirada del búho hacia nosotros mismos, quizás acicateados por la convicción que movió a José Martí, quien aludiendo a Sarmiento decía lo siguiente: “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”. Hay una batalla, interpreta Zea, entre la realidad y los empeños por imponerle lo que le es ajeno.